sábado, 8 de septiembre de 2007

POEMA 17: Coloquio

Lejos de amigos y hermanos.
Lejos del bullicio,
de la gente
y sus costumbres.

Lejos de mi mismo.
(Creo que soy otro)
¿Recuerdas la ciudad?
Qué distinta era, ¿verdad?

Ahora que estoy lejos,
¿Recuerdas aquellas sonrisas?
¿No te acuerdas?

Aquí te tornas más lenta.
Me embriagas
con tu vino y tu perfume.
Me adormeces
con tu música
y tus costumbres.
Me embelesas
con tu cuerpo
hasta dominar
mi respiración.
Percibo tu olor.
Eres hermosísima aquí.

¿Sábes?
A veces parezco un tonto
preguntando:
“¿Cómo se llama aquello
o qué es eso?”
Me siento feliz contigo.

En pocos días me iré
y te dejaré.
Pero recordaré siempre
tu música,
tu costumbre,
tu olor,
y entonces,
estaré cerca de ti.

En la Plaza Sucre, en Huamanga.
Ayacucho, Abril 23, 1982.

POEMA 16: Ayacucho


Hoy vives prisionera
y no sabes por qué.
Tus hijos son muertos
y no sabes por qué.
Tus mujeres son violadas
y no sabes por qué.
Tus casas se queman
y no sabes por qué.

Oh, ciudad grande,
hambrienta de pan y vida.
Cada día mueres un poco.

Gestora de libertad y sueños,
¿dónde están tus hombres?
¿Dónde está tu grandeza?
¿Cuándo murió tu nobleza?

Callas, porque no sabes qué decir.
Sí, sé que tus hermanos
se desangran.

Levántate.
No desmayes,
aún hay esperanza.

Volverá un 9 de diciembre
Y gritarás otra vez…
¡Libertad!

Huamanga, Noviembre 1987.

POEMA 15: Una sonrisa

A Regina Sánchez.

Me gustaría caminar contigo
una noche de lluvia,
bajo el viejo aguacero de París.

Me gustaría recorrer contigo,
a la luz de la luna
y el bullicio de la gente,
las viejas calles de Madrid.

Me gustaría nadar contigo
las frías aguas del Mediterráneo
y reír en las playas de Barcelona.

Me gustaría jugar contigo
en los extensos parques de Washington
y mirar las tiendas
de anaqueles de vidrio
de Nueva York o Londres.

Me gustaría hacer muchas cosas contigo,
pasear, reír, jugar y cantar;
pero lo que más deseo hija mía
es una sonrisa tuya.

Callao, agosto 22, 2002.

viernes, 30 de marzo de 2007

POEMA 14: Señora


A la memoria de Lucila Gonzáles*.


Señora,
hoy estoy triste.
Creo que siempre lo he sido.
Soledad.

Me pesa la vida.
Creo que vivir en ella
es una constante agonía.

Quiero vivir
Y miro alrededor
Y no se qué hacer.

Señora,
hoy estoy triste.
¿Qué hago?
Me siento solo
en medio de tanta gente.

Pienso,
(a veces)
que usted está mejor que yo.
Para usted ya no existe la vida.

Señora,
triste
es el universo de mi vida.
No tengo calma.

Señora,
hoy estoy triste.
Soy un huérfano.
Muere un poco mi vida.

Hoy he caminado mucho.
Cansado
moriré en Lima.

Señora,
estoy triste.
Moriré ya.
Quizá mañana.

Señora,
triste,
pienso,
muchas cosas.
Me duele el alma.

Aunque sea una paradoja,
agradezco a Dios por ello.
Me hace distinto a los demás.
No siento miedo enfrentarme a la vida,
incluyendo a la muerte.

Señora,
estoy triste.
Si mucho la miro,
perdóneme
señora.


Frente al retrato de Lucy. Poema escrito en una fría madrugada de primavera, en mi cuarto, en el Callao.
Noviembre 1, 1981.

(*) Lucila Gonzáles murió en octubre de 1981 en La Perla, fue amiga del autor.

sábado, 24 de marzo de 2007

POEMA 13: Matemáticas


Entre dos puntos
imaginarios del infinito,
se puede observar
decenas de astros
y cuerpos celestes.

Entre dos miradas
que se encuentran,
se puede mirar
con genuina amplitud
la nitidez de las pupilas.

Entre dos cuerpos
que se juntan,
se puede sentir
sin pudor alguno
la suavidad desnuda.

Entre dos labios
que se atraen,
se puede sentir
la dulce carnosidad
de los labios.

Entre tú y yo.
podemos sentir,
el aliento, la respiración,
y … ¿el amor?
Eso defínelo tú.



Callao, octubre 31, 1982

POEMA 12: Sólo recuerdos

¿Te acuerdas
de aquella tarde de otoño,
cuando el viento nos saludó
y tú vestías de blanco?
Sonreías, amiga mía.

¿Te acuerdas
de esa lluvia de invierno,
de aguas cristalinas
que lavó tu cabello
negro como el azabache?
Jugabas, amor mío.

¿Te acuerdas
del sol que en el verano
confundió tu mirada
cómplice y penetrante?
Reías, mujer mía.

¿Te acuerdas
de aquellas rosas rojas
que en la primavera
te hicieron llorar de alegría?
Llorabas, amada mía.

Yo sí recuerdo
esas horas de amenas charlas,
aquellas noches de vino tinto,
y esos besos eternos
de las cuatro estaciones.


Lima, Noviembre 2, 1987.
Escrito en la madrugada, en mi oficina laboral de Jesús María.

POEMA 11: Camino a casa

A Julia Espejo de Vega.
Madre de mis ocho mejores amigos.


He transitado por ciudades sin nombres
preguntando por muchos hombres.
He cruzado extensos puentes
encontrando sólo hermosas fuentes.

Día tras día he trabajado fuerte
no buscando mi propia suerte.
Por el contrario, ante la muerte
tuve la intención de verte.

He mirado aquel madero sin vida
y también aquella piedra removida.
He visto la historia dividida
y cumplida tu Palabra de Vida.

Me falta aún subir la angosta cuesta
de un camino que tengo por muestra,
aunque dolor y lágrimas costará la gesta,
pagaré un buen precio por lo que resta.

Para ese estrecho y accidentado camino
déjame beber siempre tu tinto vino
para correr como ligero equino
en busca de aquel paraíso fino.

Que no huya de las pruebas de mi vida,
simple y llanamente aligera mi ida.
Pero sí deseas que la cuesta sea más fluida
dame fuerzas para escalar la difícil subida.

Tengo la esperanza de llegar a casa
y saber con antelación lo que pasa,
por eso mi mente siempre repasa
las promesas de la vieja Biblia de mi casa.

Sé que tu Palabra me haces santo
y no el tiempo desde hace cuánto.
Por eso elevo siempre mi canto
al único Dios, Trino y Santo.

Cambia mi debilidad por fortaleza
y mi vanidad por celestial pureza.
No permitas que pierda mi realeza
por vanas posturas y humana rudeza.

Tú eres solamente la única Verdad,
de muchas verdades con falsedad.
Por eso grito a gente de toda edad:
¡Jesucristo es sólo la Verdad!






La Perla, Noviembre 2004.

POEMA 10: Hermano campesino


Esta tarde ví a mi hermano.
Venía desde lejos,
del campo,
donde están los hombres sin tierra.
Tenía las manos callosas
y una lampa al hombro.

Me dio un beso,
me abrazó fuertemente.
Sentí su olor,
sudor con tierra.
Sonrió.
Me amó.

Me sentí dichoso.
Lo amé más.
Nos abrazamos.
Me dio un poco de tierra,
de su tierra.
Lloré.



Andahuaylas.
Noviembre 16, 1987.

POEMA 9: Oración

Para Katheryne Reyes García.

En las circunstancias más profundas de mi vida,
mi alma y mi corazón se vuelven hacia ti.

En momentos de duras pruebas,
muchas veces he pensado:
¿Dónde te encuentro?

Honestamente, las jornadas diarias
varias veces me apartaron de tu presencia.
Me cuesta volver y tú lo sabes.

Sin embargo, la luz de un nuevo día,
las flores y los pájaros, la tierra y el mar
siempre fueron indicios de tu presencia.

Cuando veo los cielos y todo lo que creaste,
te imagino cómo un Dios grande y fuerte.

Ahora, en esta quietud del tiempo.
Te agradezco por todo lo que has hecho por mí.
Gracias por darme nuevas oportunidades cada día.

Recién entiendo:
“¡Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!”
Prometo que te seré obediente.
Intentaré, por enésima vez, hacer tu voluntad.

Señor, detén la noche de mi vida
y permite que siempre exista el día.
Ayúdame a ver cosas nuevas,
cosas que antes no había visto.
Y concédeme algo:
Que al atardecer de mi vida,
Cuando tenga que ver tu rostro
Te diga …
Gracias, Señor, gracias.



Junio 19, 1982
Escrito en mi cuarto, en el puerto del Callao.

POEMA 8: Noctámbulo

Te veo en la distancia.
Te escucho en el viento.
Te percibo en mis recuerdos.

Eres tan real,
que mis ojos te ven,
mis oídos te escuchan
y mis manos te tocan.

Desde que te fuiste
sin despedirte,
suelo recordarte siempre.

La puerta sigue abierta,
aún no la he cerrado.
A veces me quedo velando
pensando que volverás,
pero siempre me quedo dormido.




Escrito en un cafetín de mala muerte en 2002.

POEMA 7: Nosotros los pobres


A nosotros los pobres
nos roban la alegría
y venden nuestra alma.
Nos cambian sólo
por un plato de lentejas.

A nosotros los pobres
nos quitan el pan.
Nos dan agua por leche,
hiel por miel
y espinas por rosas.

A nosotros los pobres
nos manipulan en las elecciones,
nos vejan
y dicen que hablan por nosotros.

A nosotros los pobres
nos niegan el alimento,
la educación y la salud.
Para nosotros no hay trabajo digno,
justicia ni progreso.
Nos acusan,
nos pegan
y nos roban.

Nosotros los pobres
somos los desnutridos,
los analfabetos,
los desocupados,
los enfermos
y los parias.

Nosotros los pobres
somos el Perú.



Callao, Octubre 27, 1992.

POEMA 6: Sólo pensamientos


A una mujer en especial


Un trueno,
Dos relámpagos,
Tres horas de aguacero,
Cuatro flores,
Cinco tazas con café
Y tú en mis pensamientos
.



Andahuaylas, Apurímac.
En una mañana fría de la cafetería del pueblo.
Noviembre 16, 1987.

POEMA 5: El aguacero y tú.


A mi futura esposa.


Esa noche te busqué
entre las estrellas
y no te hallé.

Fui a las chacras
y pregunté a los arbustos,
pero no te habían visto.

Ví relámpagos,
escuché truenos,
miré al cielo
Y en el aguacero
estabas tú.

Entonces,
comprendí
que venías por mí.




Comunidad de Quillabamba, Apurímac.
Noviembre 14, 1987.

POEMA 4: Cristiano es tu nombre.

A Rodolfo García Saavedra

Peregrino, en este valle
de sombra de muerte,
Cristiano es tu nombre
y hoy, caminas rumbo a casa.

Rodillas callosas debes tener
orando siempre a tu Dios
desde los juveniles años;
ofrenda viva eres,
loor al que te formó
forjando en ti,
obediencia al Sempiterno.

Gracia divina alcanzaste
amigo, padre y hermano;
recompensas tendrás
cuando pases el umbral
indiferente ante cualquier temor;
ante el Eterno siempre estarás.

Sabio pastor, forjador de muchos y
amado del Altísimo,
a quien la iglesia agradece;
varón que has vuelto a morar
en vidas que edificaste,
discípulos encuentras ahora
rogando como tú lo enseñaste;
al Creador de todo.

Anduviste por ciudades sin nombres
predicando a muchos hombres.
Cruzaste por extensos puentes
encontrando sólo viejas fuentes.

Día tras día trabajaste fuerte
no buscando tu propia suerte,
porque aún ante la muerte
no tienes intención de esconderte.

Veías aquel madero con vida
y sabías de la piedra removida.
Peregrino, en esta historia dividida
sólo te aferras al Pan de Vida.

¡Oh, te falta aún subir la gran cuesta!
Dolor y lágrimas costará esa gesta,
pero vale la pena ganar la apuesta,
por el gran precio de lo que cuesta.

Para ese accidentado camino,
bebe hoy tu tinto vino
y corre como ligero equino
que busca el paraíso fino.

¡Corre peregrino, corre!
No te detengas ni mires atrás.
Acude al supremo llamamiento
del Príncipe de los Pastores

No te quejes de las cargas de la vida,
Si son pruebas, no te ayudarán la huida;
Si deseas que la cuesta sea fluida
descansa en el Autor de la Vida.

Cambia la flaqueza por fortaleza,
la humanidad por divinidad.
Pero nunca la santidad,
Por momento de falsa felicidad.

Peregrino, vas camino a casa
y sabes con antelación lo que pasa.
Por eso en tu mente siempre repasa
que eres de Cristo, la esposa amada.

Sabes que El te hace santo
y no el tiempo desde hace cuanto.
Por eso eleva tu canto
Al Dios Trino y Santo.

¿Sábes que en este valle
de sombra de muerte,
Cristiano es tu nombre
y hoy, caminas rumbo a casa?

Peregrino, tu Hacedor es la Verdad
de muchas verdades con falsedad.
¡Por eso grita a la gente de toda edad
que sólo Jesucristo es la Verdad!


Callao, junio 2006.

Poema 3: Hallazgo


A mi esposa ausente.


Amada,
hoy salí a buscarte.

Recorrí las playas,
nadé mar adentro,
bajé a las profundidades,
viajé entre los océanos
y no te hallé.

Volé como las aves,
viajé en el viento,
me convertí en un torbellino
y no te hallé.

Caminé por la tierra,
corrí entre los montes,
grité tu nombre
y no te hallé.

Le pregunté a los árboles,
indagué entre los hombres,
subí a las nubes
y no te hallé.

Entonces,
cansado me detuve.
Llegó el tiempo
y vino la lluvia.
Ellos me hablaron de ti,
de tus recuerdos y tus sueños.

Amada,
Tal vez mañana te busque.
Sí, tal vez.



San Miguel, Octubre 24, 2002

POEMA 2: Tierra mía.

A todos los caídos por la violencia política.


Hoy busco algo
y no se qué es.
Miro sin saber a quién
y pienso sin saber en qué.

Deseo gritar
y correr velozmente,
pero no puedo.
Quiero sonreir
pero no se de qué.

Siento …
¿No sé cómo describirlo?
Me entristece
verte así.
Te miro
y me duele el corazón.

¡Oh, tierra mestiza,
serrana y nativa,
vida de mis sueños!
No llores más.

Algún día
tus hijos,
aquellos niños
y campesinos,
los pobres y yo
te cantaremos
y todo volverá a ser
como antes.



Huamanga, 7 de octubre de 1992.

POEMA 1: El vestido azul

En mayo siempre recuerdo
la casa de Pueblo Libre,
las revistas Vanidades,
el gato verde y la Biblia grande.
Me acuerdo del callejón,
el tranvía y la farmacia Tizón.

En mayo recuerdo muchas cosas,
pero especialmente a mi madre,
mujer sencilla de mirada tierna,
sufrida, pero siempre paciente.

En mayo, también evoco las crayolas
de la Iglesia Bautista de Pueblo Libre,
de las rojas y azules, enteras y partidas.
¡Cuántos “corazones de Pedro”.
se pintaron en aquel pequeño templo!
El azul porque es el color del cielo
y el rojo por la sangre del Cordero.

Mi madre tenía sólo un vestido azul.
Lo usaba cada domingo en la iglesia.
Les hablo de los recuerdos porque
nos transportan a los años idos.
Regresan brevemente los sueños,
las alegrías y también las travesuras.
Por eso escribo, para recordar lo que hizo
aquella mujer del vestido azul.

La recuerdo cantando tímidamente
“En la cruz” o “La nave evangelista”.
Así aprendí las primeras alabanzas
y también los primeros versículos.
Decía que los niños son de Dios
y cada domingo con su vestido azul
nos llevaba a la Escuela Dominical.

Las pruebas eran parte de su misión
y su refugio fue siempre la oración.
Tal vez nunca fue una mujer excepcional,
menos una mujer intelectual,
sólo tuvo al amor como ritual.

En mayo la recuerdo con su vestido azul
ingresando a la pequeña Iglesia Bautista
del jirón Vivanco en Pueblo Libre,
de aquel distrito histórico y libre.

Ahora que ya no está,
que no canta tímidamente como antes,
ni tampoco usa su único vestido azul,
la recuerdo leyendo su Biblia grande.
en la Magdalena Vieja de mis amores.



En la casa del Callao, frente al mar.
Julio, 1990
Poemario Sueños Epistolares